lunes, 21 de noviembre de 2011

El Dragón colabora con Clarulina



No sé si conocéis esta maravillosa iniciativa. Se trata del blog que hace unos meses puso en marcha Clara Varela (talentosa ilustradora), animando a cualquier autor que se preciara a escribir relatos para sus dibujos.

El blog se llama así precisamente: Escríbeme una ilustración, y esta semana nos ha tocado a nosotros recrear las palabras que puedan encajar con el precioso dibujo que Clara nos ha enviado.

Además, hemos tenido el enorme placer de compartir la lámina con Manolo Ortiz, cuyo texto nos ha gustado mucho.

Podéis encontrar más información sobre Clara y su iniciativa en:

(Ilustración por cortesía de Clara Varela)

martes, 15 de noviembre de 2011

Ayuntamientos del mundo, aprended (III): El parque de los escritores de La Eliana (Valencia)




Tras unos cuantos días de trasiego literario, aquí estamos de nuevo para ofreceros otra de esa perlitas con las que algunos municipios enriquecen a sus ciudadanos.

En esta ocasión las fotos son del parque de los escritores de La Eliana (desconozco su nombre exacto, pero hemos decidido llamarlo así). Se trata de un entorno muy agradable en el que los niños pueden jugar y disfrutar como en cualquier parque del mundo. Lo especial es la decoración del mismo.



Como podéis apreciar, los bancos están dedicados a los diferentes escritores (vivos o muertos) que han sido importantes para la historia de la literatura. Y resulta agradable darse una vuelta y registrar cada uno de los bancos para ver las diferentes personalidades, curiosas en muchos casos, que acompañan el descanso de los elianeros.




Me imagino a los chavales preadolescentes quedando en el banco de Becquer a las 6 y decidiendo dónde pasar la tarde mientras miran de reojo a la chica del Umberto Eco, que es muy mona y les pone ojitos (ya sabéis, a falta de historias, yo me las invento). Pero es lo que tienen los entornos de este tipo. Que la imaginación vuela.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Anobii: hazte tu librería virtual

Tal y como os prometía en el post anterior, tenía reservada una pequeña sorpresa para todos los que os consideréis un poco frikis del libro. Se trata de la aplicación Anobii, que no es más que un portal para lectores apasionados, (una especie de Facebook de libros, para entendernos).



Funciona de la siguiente manera:

1. Te registras (como en cualquier portal, web o comunidad que se precie) y una vez que has entrado empiezas a componer lo que será tu propia estantería.



2. Con un gesto tan simple como introdicir el código ISBN (ya véis que el post anterior era necesario para comprender bien esta fase), el libro deseado se cargará en tu librería virtual y podrás (si así lo deseas) clasificarlo del modo que te parezca.



3. Podrás decir en qué fecha comenzaste y acabaste la lectura, el proceso de la misma (si aún no lo has acabado) la puntuación obtenida, dónde lo compraste, cuánto te costó, etiquetarlo, criticarlo... vamos, a gusto del consumidor. 



Rellenar algunos de los campos puede resultar algo coñazo (si es que se quiere ir completando la estantería con muchos libros) pero puedo asegurar que se convierte en vicio, y que además (y aquí entra el componente friki) todo se clasifica y ordena de modo que hasta podrás ver las estadísticas de lectura de cada año (cón número de libros y hasta ¡de páginas leídas!).

4. Como cualquier portal que se precie, el rollo interactivo también juega un papel fundamental, así que no sólo podrás ir componiendo tu estantería virtual, sino que además, la aplicación te permitirá interactuar con otros usuarios de gustos similares y hacerlos "vecinos", (o incluso añadir a tus propios amigos que también estén registrados en Anobii). Y para rematar la jugada, la aplicación es compatible con Facebook.



5. Ah, y una cosa más. Lo más divertido: la lista de deseos, es decir: los libros que aún no has leído y que te gustaría conseguir en algún momento. Es extremadamente útil en el caso de cumpleaños y otros eventos (¡lo digo por experiencia!).  Ya que teniendo a tus amigos incluidos, puedes consultar su propia lista de deseos en casos de extrema necesidad.


 
Y hasta aquí los buenos humos de hoy. Que lo disfrutéis.

jueves, 13 de octubre de 2011

¿Qué es el ISBN?




Si eres de los que se quedan a cuadros cada vez que oyes esas siglas. Si esta denominación te suena chino. Si lees ese grupo de mayúsculas y a tu cabeza no aflora absolutamente nada, créeme, éste es tu post.

En apenas tres minutos te voy a resolver una laguna muy habitual en muchos lectores. Algo que si la gente supiera, le ahorraría muchos quebraderos de cabeza a la hora de buscar un libro. Y es conociendo su ISBN. 

El International Standard Book Number (en español ‘número estándar internacional de libro’) no parece un asunto de vital importancia para el lector de a pie, pero en cambio, si curioseamos un poco, nos toparemos con que gracias a él podemos extraer muchísima información sobre el libro que tengamos en las manos o queramos encontrar.

Podríamos decir que el ISBN es algo así como la “matrícula del libro”. Una serie de cifras que catalogan el ejemplar y lo identifican individualmente.

Se encuentra habitualmente en los créditos de inicio de cualquier publicación, en la página de la izquierda (ya sabes, esa zona un poco aburrida en la que pone todo el rollo del copyright, los derechos de CEDRO y toda la pesca). También se refleja en el código de barras (en la tapa trasera).

Hasta aquí vamos bien. Ya sabemos identificar el ISBN. Lo que pasa es que me he propuesto ir más allá y explicaros de qué manera se compone cada tira larga de números, que aparentemente parecen no tener sentido:

Actualmente, cada ISBN está formado por 13 números. Hace años eran menos, pero desde el 2007 se hace así para que el ISBN coincida con la numeración de los códigos de barras. 

Los números no están elegidos al azar, sino que cada grupo de cifras nos dice cosas tan curiosas como a qué país pertenece el libro o a qué editorial.

Veamos un ejemplo. Tomemos este ISBN como modelo:


978-84-683-0301-7


Vamos a identificar cada grupo. Es algo parecido a las cuentas bancarias, que se componen de manera similar:

  •   Los ISBN´s siempre comienzan por 978, porque es la denominación estándar para “libros”
  •  84: el código del país o lengua de origen (en este caso “España”)
  • 683: el código del editor (en este caso “Edebé”)
  •  0301: el código del artículo (título dentro de la editorial)
  • 7: el número de control (un número extra de seguridad para que no haya errores si baila una cifra)
Pues ya está. Habéis recibido el curso exprés de identificación de ISBN, y ya podéis ponerlo en práctica con los ejemplares que encontréis en vuestra librería.

PD: En el próximo post os explicaré una utilidad muy buena para esto de los ISBN´s. Ya veréis, os va a encantar.

PD2: Si hay algún listo o lista que tenga curiosidad por conocer el título del ejemplo que os he puesto… pues que investigue, que investigue…
 

martes, 4 de octubre de 2011

Del zorro y otros animales



Tras la noticia que ha sacudido la red (y otros medios informativos) respecto a una sentencia que asegura que "llamar zorra a la esposa no constituye menosprecio o insulto si quien utiliza este término lo hace para describir a un animal que debe actuar con especial precaución" vamos a aclarar los significados de la voz en el diccionario de la RAE:

zorra.

(Del port. zorro, holgazán, y este der. de zorrar, arrastrar; cf. prov. mandra, zorra, propiamente, 'mandria, holgazán').
  1.  f. Mamífero cánido de menos de un metro de longitud, incluida la cola, de hocico alargado y orejas empinadas, pelaje de color pardo rojizo y muy espeso, especialmente en la cola, de punta blanca. Es de costumbres crepusculares y nocturnas; abunda en España y caza con gran astucia toda clase de animales, incluso de corral.
  2.  f. Hembra de esta especie.
  3.  f. Carro bajo y fuerte para transportar pesos grandes.
  4.  f. prostituta.
  5.  f. coloq. Persona astuta y solapada.
  6.  f. coloq. borrachera (‖ efecto de emborracharse).
  7.  f. Ec. ojeriza.
  8.  f. Ur. Remolque de carga con cuatro ruedas de goma o más.
Que yo sepa, las mujeres no son animales. Aunque biológicamente lo sean, moralmente (la moral sólo es propia de humanos) esa calificación está fuera de lugar. No obstante se intenta respaldar la interpretación de los hechos con la acepción número 5. ¿En serio alguien cree que dicha acepción  ("persona astuta y solapada") es compatible junto a la frase ""la vería en una caja de pino"?

¿Estamos locos?

Pero vamos, siguiendo en esta línea, creo que los que nos hayamos sentido ofendidos por la noticia, tenemos todo el derecho a pensar que el que haya sido responsable de esto es un auténtico "animal".

animal

(Del lat. anĭmal, -ālis).

  1. m. Ser orgánico que vive, siente y se mueve por propio impulso.
  2. m. animal irracional.
  3. m. Persona de comportamiento instintivo, ignorante y grosera.
  4. Persona que destaca extraordinariamente por su saber, inteligencia, fuerza o corpulencia. U. t. c. adj.
  5. m. Méx. y Perú. Bicho, sabandija.

¿Qué pasa? Según la Rae, "animal" es un "ser orgánico que vive, siente y se mueve por propio impulso". Que no se crea que le llamamos "bicho o sabandija". ¡Faltaría más!

jueves, 29 de septiembre de 2011

"Best seller a cualquier precio"



Os recomiendo un vídeo muy interesante. Buscando por la red información para otro asunto, me he topado de repente con este reportaje realizado por la periodista francesa Annick Cojean. La pieza es de 2006, pero sin duda es perfectamente válida para entender muchos de los aspectos de gran industria editorial. La que mueve millones.

Hace unos días una amiga me preguntó por algunas páginas para estar al día sobre el mundo del libro y todo lo que se cuece en él. Pues bien, la primera receta que voy a darle es que se mire de pe a pa este documental, porque supone una buena vista de pájaro de todos los entresijos del mundillo: agentes, editoriales, escritores, ferias, premios, promociones…

He aquí el trailer que Televisión Española emitió la semana anterior al reportaje (una pieza de 3 minutitos muy cómoda para hacerse una idea).

La perspectiva está tomada desde el ámbito de la literatura internacional (sobre todo francesa e inglesa) y con un punto de vista que se fija en el libro como producto de mercado.



“Las buenas editoriales son buenos negocios” afirma una de las entrevistadas. No sé si esa afirmación debería tomarse de una manera tan categórica, ya que los libros pueden ser formidables y no necesariamente hincharse a llenar estanterías. Pero aquí se halla el concepto central que domina todo el documental: el best seller.

Por regla general, entre los autores que quieren ser considerados “buenos escritores” la palabra suele dar grimilla. Ha terminado adquiriendo un tono bastante peyorativo entre los círculos considerados “de calidad”. Pero por otro lado no podemos negar que cualquiera mataría por poder vivir de sus ventas.



¿Qué ocurre entonces con estos libros archieditados que gustan a tanta gente? ¿Podemos afirmar que la calidad desciende a medida que se eleva su volumen de ventas? Resulta algo difícil de asegurar. Hay muy buenas novelas que han llegado a vender millones de ejemplares y que probablemente sigan marcando generaciones. El best-seller no debería entenderse como un sinónimo de mala literatura en todos los casos.

Y para terminar os cuento el "momento flipante":

Transcurre más o menos a mitad del documental (minuto 32) donde se muestra una convención de escritores noveles en busca de representante literario. El encuentro se realiza en un hotel de San Francisco y cada autor dispone de apenas 3 minutos para defender su obra delante de cada uno de los agentes (más o menos al estilo de las citas a ciegas esas que organizan los yankies). Pero lo más alucinante es escuchar los argumentos de una de las participantes diciendo que quiere “escribir best-sellers para ir al programa de Oprah Winfrey”. Como véis, los aspirantes a famoso germinan por todos los lados. Pobre criaturita.

Os repito aquí el link del reportaje completo. Dura 50 minutos pero merece la pena (es un link de Megavídeo porque ya no está disponible en RTVE).

jueves, 22 de septiembre de 2011

Ayuntamientos del mundo, aprended (II): El tronco-crossing

He decidido renombrar la sección de "Lugares literarios" con este título. Me parece más útil y más reivindicativo, ya que hay tantas iniciativas para fomentar la lectura como cerebros pueblan la Tierra. Están los más tradicionales (actos de animación para los más pequeños, creación de bibliotecas para uso y disfrute de los ciudadanos… ). Pero también podemos encontrarnos  con iniciativas tan graciosas y originales como esta:  el tronco bookcrossing.


Lo encontré en Prenzlauer Berg, una pocholada de barrio cerca del centro de Berlín, y no pude resistir la tentación de fotografiarlo.


 
¿A quién no le apetecería meter la mano y descubrir qué tesoros oculta el arbolito?


martes, 13 de septiembre de 2011

Alimento para dragones (II): "Suspense" de Patricia Highsmith



Hoy os presento un manjar muy especial. Al menos lo es para lo que nos dedicamos a esto de escribir locuras en papeles, y más concretamente, a los que la intriga o el misterio nos tiene devorada la vida. 

Podría decir que este libro llegó a mis manos por casualidad. Y no porque lo encontrara abandonado en algún sitio o porque estuviera ajándose en un cajón mugriento de ofertas, sino porque lo que al principio confundí con otra más de las novelas de la famosa escritora realmente se trataba en un manual de escritura con todas las letras.

Zambullirse entre las páginas de Suspense es toda una lección de narrativa. Un libro que debería estar sobre la mesa de todo aquel que quiera asumir seriamente esta profesión. Y Highsmith nos ofrece una visión sincera, que no puede ser más humilde que la de su propia experiencia. Derriba mitos, da consejos impagables y asume sus propias meteduras de pata con absoluta sinceridad. Y todo contado de un modo en el que parece que te estás tomando un café con pastas en su apartamento de Manhattan. 

¿Cómo es posible que un libro que trata tan sólo de cómo contar historias enganche al lector desde la primera página? Tal vez sólo ella tenga la respuesta, aunque, como bien contesta a quien se atreve a preguntarle sobre el origen de sus novelas: “Las buenas ideas vienen sin previo aviso”.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Lugares literarios: Bebelplatz (Berlín)



Como la mayoría de los blogueros, El Dragón ha aprovechado este mes de agosto para descansar (que buena falta le hacía) y porqué no, para hacer también un poco de turismo. En esta ocasión el destino ha sido Berlín. Una ciudad plagada de sorpresas y buenas salchichas. 

Pero no todo ha sido relax y sosiego, sino que también la ciudad ha servido para descubrirnos lugares curiosos en estrecha relación con la literatura. Ha ido tan ilustrativo que vamos a aprovechar algunas de estas experiencias para inaugurar una nueva sección: lugares literarios con algo especial. Ya sea porque guarden una historia o un dato curioso. O porque molen simplemente.

Y el primer sitio que os propongo es la Bebelplatz, prácticamente en pleno centro de Berlín.



El día lluvioso acompañaba con el tono de la anécdota, ya que por desgracia esta plaza se ha hecho famosa por las piras de libros que los nazis quemaban durante la década de los treinta.

Pero no todo ha de ser depresión y tristeza. Como los alemanes son gente muy maja y han sabido revisar bien su historia, han instalado un precioso monumento en forma de biblioteca vacía que puede apreciarse a los pies de cualquier visitante que se pasee por la plaza. Un modo de velar por las almas de los libritos que ya no están con nosotros.



Como postre os pego el vídeo de Indiana Jones y la última cruzada con la famosa escena de las hogueras nazis, que aunque no está rodado exactamente en esta plaza, sí que hace alusión al hecho con un guiño ácido-humorístico muy propio del gran Spielberg (perdón por la calidad, pero no pude encontrar nada mejor).

Feliz regreso a todos.




martes, 9 de agosto de 2011

Alimento para dragones... "La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey" de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows




Espera… ¿cómo has dicho que se llama?” te dirá cualquiera al recomendárselo. Y es que bajo este título tan poco "marketiniano" se esconde uno de mis grandes descubrimientos de este año: La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows (tía y sobrina respectivamente).

“El libro del pastel de patata”, que es como vulgarmente lo denominamos, fue una recomendación de mi amiga Raquel que sabía que a mí lo del género epistolar me venía de largo. Debe de ser porque los libros escritos en forma de diarios, cartas y derivados despiertan al cotilla que llevamos dentro. Y desde Querido Susi, querido Paul de Christine Nöstlinger,  siempre me he sentido enganchada este tipo de literatura.

Pero hablemos del libro. La acción se sitúa en la Inglaterra de la posguerra, en la que una escritora con ansias de una buena historia comienza a cartearse con los habitantes de una isla minúscula que fue ocupada por los nazis durante la contienda. Una de las cosas que más me han gustado es la originalidad de los tiempos de la narración, ya que saltamos constantemente desde la época de la guerra a la actual de los personajes con una facilidad pasmosa. Me parece un buen ejercicio de trama y de puzzle de personajes. Y es tan amena que es muy apetecible para la playa este verano.

Y para curiosos: el libro tiene su propio blog con anecdotario molón.

sábado, 30 de julio de 2011

El botón del pánico




Cuando era pequeña, recuerdo el furor que causó la película de La historia interminable. Corría el año 1986, y en el colegio, cada lunes aparecía un niño nuevo que había pasado a sumarse al club de los que ya habían visto la película. La echaban en el cine Imperial de la Gran Vía de Madrid, y debí  de insistir tanto que mi padre me dejó entrar al cine con la película casi acabada y volver a verla de nuevo (la daban en sesión continua).

Conservo un recuerdo muy nítido del primer fotograma que vi: Bastian agarrado al pelaje de Fujur mientras un paisaje desértico (probablemente Almería) corría bajo sus pies.

Salí del cine fipada, obsesionada con aquel derroche de fantasía, y más alucinada me quedé cuando descubrí que todo aquello lo habían sacado de un libro. Yo aún tenía seis años y era demasiado pequeña para leerlo, pero insistí  a los Reyes unas cuantas navidades sin éxito. En cambio, no podían negarse a comprarme la banda sonora de la película, algo que sin duda podía disfrutarse a cualquier edad.

Recuerdo que fui al rastro un domingo y mi padre se paró frente al puesto de las cintas y me compró la banda sonora. No era original, sino una copia grabada, pero qué importaba. Daba igual que aquella cinta negra (sí amigos, era la primera vez que yo veía una cinta virgen negra en mi vida) no tuviera impresas la letras originales. Daba lo mismo que la portada de la carátula fuera una fotocopia roñosa. Yo disfrutaba poniendo la cinta una y otra vez en mi cassette mientras imaginaba las diferentes escenas de la película.

Me pasaba algo curioso, y es que no sé por qué azar mental, yo creía firmemente que los instrumentos estaban tocados por los protagonistas de la historia. Me imaginaba a Bastian a la batería, a Atreyu (mi héroe) con la guitarra y a la Emperatriz Infantil con los teclados al más puro estilo Limalh. Y lo pasaba de fábula.

Pero como en todos los grandes momentos, siempre hay un punto negro en la historia. El nudo argumental que nos hace despertar a la mierda que luego será la vida, y todo ocurrió en la cocina de mi abuelo, una mañana de sábado.
Mi prima Lali y su tío habían venido también de visita. Y cuando me refiero al tío de mi prima Lali me refiero a un niño un par de años mayor que nosotras (la familia de mi tía política era de esas repletas de hermanos al más puro estilo tribu de los Brady). Recuerdo haber puesto la cinta de La historia Interminable (de la que no me separaba ni un momento) en el cassette-grabadora de mi abuelo. Aquel en el que él escuchaba las cintas de Arévalo y de los hermanos de Gines. Estábamos escuchando una canción lentita de la banda sonora, justo el momento musical que corresponde a cuando Atreyu conoce a Fujur. Pero el cabrón del tío de mi prima decidió que aquella canción era un rollo patatero y que quería escuchar la única en la que cantaban, así que se abalanzó sobre el cassette. Vi sus dedos negruzcos ir directos hacia la botonera. Es como de esas cosas que sabes que van a ocurrir y que no te da tiempo a impedir, pero que sabes que sucederán. Y el maldito niño consiguió hacerlo: pulsó el botón del REC en mitad de la reproducción. Un botón ROJO como la sangre, el botón que no tocan ni los lerdos, el botón que QUEMA, pero que su cerebro de mosquito no supo o no quiso interpretar.

Sabía que estaba metiendo la pata, y fui tras él con mis piernecitas de seis años para intentar corregir el desastre, pero aún no había ocurrido lo peor. Mi primer impulso fue gritar para advertirle. Pero cuando las palabras acababan de salir de mi boca, me di cuenta de mi gran error. “¡Es para grabar!”, acababa de exclamar. Y en efecto, era demasiado tarde. El mal estaba hecho. Acababa de ver el pasado inmediato casi en cámara lenta, como si hubiera estado a punto de corregirlo por décimas de segundo.

Llegué hasta el cassette, y cuando le di al STOP, retrocedí la cinta y volví a reproducir la parte de canción que aquel idiota había manipulado fui consciente del desastre. La canción sonaba como si tal cosa, pero de pronto los flautines de sintetizador paraban de repente y daban paso a mi voz chillona: “¡Es para grabar!”. Y después, como si nada hubiera ocurrido, la música continuaba su trayecto con Fujur y Atreyu guiñándose un ojo.

No imagináis qué desazón más grande. Mi tesoro ya no era tan puro como yo lo había adquirido. Me sentía igual que cuando mi prima Isa le saltó un ojo a mi Nancy nueva y mis padres no me compraron otra para reemplazarla (aunque como diría Michael Ende, eso es otra historia).

Odiaba poner la cara B de la cinta y esperar con angustia, el momento de la canción mutilada. Me agarraba la falda esperando que por una mágica casualidad los acordes que faltaban hubieran resurgido de sus cenizas. Pero no hubo nada que hacer. Ojalá hubiera sabido en aquella época que las cintas tienen lengüetas, y que aunque las quites no importa, porque siempre habrá celofán para hacer con ellas lo que quieras.

A pesar de que seguía escuchándola saltándome esa canción para no sentirme mal, y que la conservaba con el mismo cariño con el que se cuida a una mascota coja, la cinta acabó perdiéndose entre las numerosas mudanzas. Crecí, y otras películas y otros libros ocuparon su espacio en mi imaginación. Pero me resultó curioso que cuando mi hermana cumplió seis años y descubrió por sí misma la película de La historia interminable, mi padre volvió a comprar la cinta, esta vez original, y de repente sentí que aquella versión 2.0 no era lo mismo. La carátula esta vez era en color y de imprenta, pero aquel producto impoluto no llevaba impresa mi voz. Mi voz de seis años advirtiendo del desastre. La busqué después entre decenas de trastos y cajones, pero no quedó ni rastro de aquella cinta. ¿No os gustaría tener una máquina mágica que resolviera cualquier duda que le planteárais? Una de las primeras preguntas que le haría sería que me dijera donde diablos fue a parar aquella cinta. O a qué vertedero. Iría sin dudarlo a rescatarla. Aunque tuviera que robar un coche o buscarme un dragón de la suerte. Me gustaría saber que existe más allá de mi memoria.

lunes, 18 de julio de 2011

Verano



Si por el mes de enero cerramos los ojos y pensamos en la palabra verano, seguro que nos viene a la mente la playa, la piscina, la siesta y los helados Magnum almendrados (los mejores del panel de Frigo, aquí sea dicho). Todo serán impulsos agradables que llegarán a tu mente como dedos suaves masajeando tu rostro. Y ante tal anhelo de experiencias agradables y de temperatura calentita, seguro que tu cabeza no repara en los mosquitos, la arena de la playa dentro del coche y las quemaduras de tercer grado por culpa de olvidarte la crema (como pasa todos los años). Pero de lo que estoy convencida, si por algo pondría yo la mano en el fuego, es por que a nadie se le viene a la cabeza que la temporada veraniega es igual a marrones de vacaciones.

En verano todo el mundo hace fu como el gato. Y es la excusa perfecta para asumir que los sitios están cerrados, los horarios reducidos y que aún te quedan dos meses de buen cabreo si quieres que tu vida vuelva a funcionar de manera engrasada. Nadie piensa que con la época de estío le toca cargar con el curro de los compañeros que ya se han ido de vacaciones y que tu jornada laboral, más que intensiva será intensa.

Esa es la parte mala. A cambio de quince días sin oficina condicionando tu felicidad a un maldito vuelo de low cost, te entregas como una suicida y asumes tu responsabilidad y la de los tres que tienes alrededor (que ya están de vacaciones) por el mismo sueldo. Te ves a ti misma sentada en la silla de oficina convenciéndote de que no te queda otra, ya que si te niegas  a tu destino te quedas sin sueldo, sin casa, sin coche y lo que es peor: sin playa, sin piscina, sin mosquitos y sin el Magnum almendrado. Así que te consuelas con el pensamiento hipócrita de que estos tiempos que te ha tocado vivir no son propios de revolverse contra la mano que te da de comer. Y con ese sentimiento de culpa te lamentas de lo patética que resultas para ti y los de tu especie.

Para consolarte abres la página de Gente y TV de El país y te das la última hostia en la frente. El titular reza: “Famosos en tiempo de descanso: Deportistas, modelos, cantantes, actores, toreros, príncipes... Todas las imágenes de sus vacaciones”.

Estúpida. Quién te mandaría a ti abrir El país…